Hostal Santo Domingo by Dagny

Sobre mi escritorio hay una vaca. Se llama Minna y fue expulsada de una editorial en Munich, donde servía para promover algún libro. ¿Un libro de cocina? ¿Un libro infantil? No lo sabemos, pero la cabezota de mi hermana (cariñosamente dicho) la rescató y me la trajo a Madrid porque la gomaespuma no pesa en el equipaje. Ahora está aquí, para alegría de algún que otro niño pequeño que entra por primera vez en su vida en un hostal y en el fondo de su alma seguirá sintiendo para siempre que las vacas obligatoriamente forman parte de una mesa de recepción. 
¿Pero Minna? ¿Qué sentirá ella aquí, en el centro del centro de la gran ciudad? En Alemania vivía en una pradera verde. Verde en primavera, llena de, eso, primaveras y cacas de vaca. Luego venían los dientes de león y las francesillas, tiñéndola de amarillo, y después las margaritas y claveles salvajes, y alguna pulsatila y salvia. A Minna le encantaban las campánulas, tan tiernas…  En agosto, la hierba estaba ya tan alta que el campesino la cortaba con su segadora, pero en la valla seguía creciendo y se secaba, de modo que en septiembre era un verdadero nido de descanso para los caminantes…
Caminantes en botas de goma y con chubasquero contra las largas lluvias de otoño que le dan su profundidad…  hasta hacerse interminables… duran días, semanas pueden pesar con su turbiedad sobre la mente del que finalmente se agarra al primer rayo de sol que sale para correr al aire libre y escapar… Para ver a Minna, que también ha salido de su establo, se acerca a la valla de espinas y le chupa los dedos con su lengua gorda y áspera… ¡brrrr! Menos mal que hay un arroyo cerca, que ya está inundando el camino porque, pues sí, se ha puesto a llover de nuevo…
¿Y aquí? Minna está ahí, mirando al infinito, asombrada. ¿De dónde traerá la gente tanta ligereza?, se dice quizás, ¿tanto brillo? ¿Ropa tan bonita, de tantos colores, perfumes tan intensos que ya resultan pesados, el pelo siempre perfecto… ¿Y esas gafas? ¿de qué les protegerán? Están ya todo negras… ¿por el humo de los coches?… Se queda pensando un poquito, rumiando la última campánula de entonces, de las lluvias de otoño…
… Cuando de repente se abren las tres puertas enfrente de recepción a la vez. El sol de Castilla inunde a Minna. Ella levanta la vista… y se queda totalmente quieta. Intenta moverse, pero no puede. Está empedernida. Toda su vida está pasando delante de sus ojos: la pradera… la editorial… el libro de Roast Beef que promocionaba y fue un flop… mi hermana, su ángel salvador… el avión Munich-Madrid… el metro con sus centenas de viajeros empujándola… “Finalmente”, se dice en silencio, “mi nuevo establo sobre el escritorio no es tan mal final. Ese solecito lo convierte en un lugar muy apatecible…”
… Cierra los ojos y se convierte de nuevo en gomaespuma… pero esta vez, blanca, reflejando la luz, con una mancha negra en el lomo que escapó a la sartén del cocinero aficionado, y un hocico rosa a quién le encanta enseñarles a los niños en recepción cómo besa una vaca de verdad…

Comments are closed.

Plugin from the creators of Brindes :: More at Plulz Wordpress Plugins