Zeraín fue la primera sidrería en llegar a Madrid. Se instaló en pleno barrio de Las Letras, e inició un proceso de crecimiento, extendiéndose por los locales anejos, que se antoja imparable. La propuesta carece de complicaciones. La primera opción es recurrir al menú sidrería, que incluye tortilla de bacalao, carne roja a la parrilla, ensalada, postre y la posibilidad de cumplir con el ritual del txotx con la sidra de Zapiaín, uno de los elaboradores estrella de la sidra guipuzcoana. La alternativa es recorrer una carta sencilla y de aires familiares para los habituales de las sidrerías: carnes a la brasa, pescados asados como el rape y el rodaballo, que anuncian procedentes del Cantábrico, o el besugo y la merluza. Junto a ellos el bacalao a la donostiarra o el cogote, asado y condimentado como se suele hacer en la costa vasca: con un refrito de ajo, guindilla y aceite. Tampoco falta el guiso de cuchara, representado por las alubias de Tolosa.
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