En mitad de esa globalización negativa que convierte a todos los restaurantes en el mismo y en ninguno a la vez, aparecen lugares que demuestran que no toda esencia está perdida. Su propio nombre ya es sinónimo de luz, y es que Quinqué ha conseguido en tan solo unos meses convertirse en un faro de esperanza para foodies y hosteleros haciendo algo no tan simple en los días que corren: volver a la autenticidad, al recetario de toda la vida y a los sabores de siempre, con un toque de originalidad que armoniza a la perfección con la tradición.
Los jóvenes chefs Carlos Griffo y Miguel García se basan en una cocina de mercado que pone el ojo en el cariño de antaño y la técnica de ahora, en el producto de temporada y en unos precios ajustados que acercan la buena gastronomía a todos los bolsillos. Muchos platos cambian cada mes en función del mercado y siempre hay sugerencias fuera de carta. El formato media ración resulta tan apetecible como la posibilidad de elaborar un menú degustación personalizado a partir de opciones de carta en formato reducido. Quinqué es, en definitiva, una lámpara que aporta luz y calidez al circuito gastronómico madrileño y que sitúa a Chamartin en el mapa culinario capitalino.