El salernitano Renato Vitola dejó la costa amalfitana de su Campania natal para establecerse hace diez años en Miami. Al cabo de unos pocos meses, sus habilidades como pizzaiolo –el artesano que trabaja las pizzas—le hicieron acreedor de un visado tipo 01, que solo se concede a quienes demuestran una pericia extraordinaria en sus quehaceres. Aunque claro, por aquel entonces Trump elogiaba a Obama y pedía acciones contra el cambio climático.
De la mano de La Misión, el equiop de Vitola hace girar sus pizzas en nuestra ciudad desde poco antes del verano. Pizzas que se cuecen en un horno eléctrico Cuppone que, sin llegar a las cotas aromáticas que se logran con un buen horno de leña y la madera adecuada, consigue unos bordes crujientes y con un apetecible tostado. Estructuradas en tres apartados, tradicionales, especiales y extraordinarias, las pizzas cuentan con una masa irreprochable en en ligereza, textura y cocción, aunque se agradecería algo más de definición en los toppíngs, que nadan entre una supuesta tradición que alberga la piña y una heterodoxia contenida con ingredientes como el café. Las más originales, las extraordinarias, con pliegues que les dan un aspecto estrellado y rellenos de ricota. ¿Y de postre? Pizza, claro: de Nutella. O calzone, que también los hay, de Nutella y plátano.