El punto final que Pablo Giudice y Estanis Carenzo pusieron a Sudestada, tan añorado en sus buenos tiempos como fundamental para entender más de una propuesta que encontramos en la capital, parecía que iba a arrastrar también a Chifa. Y es que, durante unas semanas, elrestaurante dedicado a la fusión de las cuencas del Pacífico –por simplificar con trazo grueso—y que ocupa el pequeño espacio del primer Sudestada, permaneció con la persiana echada. Por fortuna, un miembro del equipo de sala del grupo, Luis Miguel Gil, decidió echarse Chifa y su legado a la espalda, reabriéndolo durante el verano.

Los cambios han sido mínimos, algo que los habituales agradecerán. La sala mantiene el estilo de servicio cercano y prolijo en las explicaciones. De la cocina salen preparaciones acertadas, como unas empanadillas rellenas de pollo y hongo del maíz –huitlacoche—de húmedo interior, que se alegran al gusto con una salsa picante de rocoto y una ensalada de lechuga, cilantro y aceituna verde para refrescar. Los dumplings se rellenan de aguja de cerdo y se acompañan de una salsa de chiles a buen nivel de picante. El mítico curry de carrillera de Sudestada, con leche de coco y guisantes, con las notas dulces de la panela algo por encima del equilibrio buscado. ¿La cuenta? Tranquilos, que tampoco ha variado.