El detective Andre Davis ve la oportunidad de redimirse cuando es elegido para encontrar a los asesinos de ocho policías en Nueva York. Su plan es audaz e histórico en la ciudad: cerrar por primera vez los 21 puentes que permiten entrar o salir de Manhattan. Con la isla convertida en una gigantesca jaula, Davis y su compañera Frankie Burns descubrirán una conspiración que implica a las altas esferas. Desde ese momento, las líneas entre el gato y el ratón de esta persecución se volverán difusas.
Con el apoyo en la producción de dos maestros del blockbuster moderno (los hermanos Russo, responsables de las dos últimas entregas de Vengadores), Manhattan sin salida propone una regresión al thriller policíaco de los años 90, de detectives rudos que se saltan las normas y persecuciones implacables repletas de acción y violencia. A estos ingredientes, el segundo largometraje para la gran pantalla del televisivo Brian Kirk (Juego de tronos) añade un componente nunca visto: convertir, durante unas horas, la isla de Manhattan en una gigantesca ratonera. La culpa de esto la tiene Chadwick Boseman ( Black Panther), que interpreta a un inspector de homicidios cuyo plan para capturar a unos asesinos de policías implica levantar los 21 puentes que conectan el corazón de Nueva York del resto de la ciudad. Rodada íntegramente de noche, y con una trama de corrupción de fondo que obliga a los protagonistas a moverse en la zona gris de la ley, la cinta aúna espectaculares secuencias y unos personajes que transmiten cansancio físico y emocional. Sienna Miller ( Vivir de noche), Taylor Kitsch ( Héroes en el infierno) y el oscarizado J.K. Simmons ( El candidato) completan el reparto de este tenso y trepidante film que transcurre prácticamente en tiempo real.